En relación a las enfermedades físicas y mentales

El otro día hice esta reflexión tras una conversación con mi hermana. Lo comparto con vosotros por si os puede resultar interesante:

La mayoría de enfermedades mentales no existen como tal. La mayoría de veces es nuestra alma en conflicto con nosotros mismos porque no la escuchamos o porque no terminamos de tomar decisiones. Lo único biológico verdaderamente de lo psicológico es una mayor o menor reactividad a los estímulos, que nos hace más o menos sensibles, más o menos planos emocionalmente. Pero no nos engañemos. Si no escuchamos a nuestra alma y la exponemos a aguantar cosas que ella no soporta, o desoímos lo que ella nos dice, ni el mejor antidepresivo nos saca de ahí…

No todas las enfermedades, pero muchas de ellas ocurren por ya llegar al colmo de desempoderamiento. No percibes que tu felicidad dependa de ti, te quedas esperando a que te sea dada o tu misma por culpabilidad o lo que sea no quieres permitirte disfrutar. La religión mal interpretada ha hecho mucho daño con eso del sacrificio. Cuando nuestra alma no siempre quiere eso. En el momento en que estamos tirando de nuestro cuerpo para hacer cosas que no queremos hacer estamos comprando boletos para la lotería de la enfermedad.

Y es inútil, porque cuando podemos realmente aportar algo y nuestra alma lo desea no cuesta esfuerzo. Es satisfactorio y encima es cuando lo que hacemos ayuda de verdad.

Todos, pero con más razón quienes enferman, deberían entrenarse en la autoescucha de sus sentimientos, y se les debería empoderar para tomar las decisiones pertinentes en relación a ellos. Es un error verlos inferiores, débiles… No les hace ningún bien. Porque no lo son. Su alma no es débil. Se debilitan porque no están conectados con ella. Porque se creen débiles. Y esto lo aplico a enfermedad física y mental.

El psicólogo o psiquiatra nunca ha de ver con superioridad a ningún paciente. Es antiterapéutico, además de irreal, porque no somos comparables. Somos geniales en lo que somos. Comparar características no tiene sentido.

Consciencia es lo que nos falta muchas veces. Conciencia, claridad y coherencia. Nada de fingir. Fingir nos aleja de la consciencia. Supone el enrreversamiento de la claridad. Y lo confuso no cura, te expone a muchos caminos todos contradictorios y el resultado final es que no avanzas ni adelante ni atrás. Te quedas igual y se eternizan el problema y disminuye la esperanza y confianza en una solución.

Así que desde hoy todos, tengamos o no  una enfermedad, entrenémonos en la autenticidad. Si estás en proceso de una enfermedad pregúntate. ¿Qué pasó cuando comenzó todo? ¿Cómo te sentías emocionalmente? ¿Qué crees que puede querer estar diciéndote la enfermedad? ¿Hay asuntos que tienes pendientes de resolver desde hace tiempo pero vienes posponiendo? En definitiva, ¿qué hay por debajo de tu enfermedad? Te animo a que reflexiones seriamente sobre ello. Puedes escribirlo, comentarlo con otras personas. Usa los recursos que necesites, no hay problema con eso, pero no la sufras sin entender siquiera por qué. El cuerpo te está queriendo mandar un mensaje y si lo hace es porque sabe que puedes ser capaz de escucharlo. Reflexiona sobre ello, lee sobre estos temas, habla con quien necesites… Todo lo que sea necesario.

Y si has superado la enfermedad no obstante nunca olvides lo que aprendiste de ella, en qué cambió tu forma de ser. Tal vez el llevar un diario de cómo te vas sintiendo pueda venirte bien, de cómo va cambiando tu perspectiva de las cosas o cómo no. Y sobre todo piensa en ti. ¿Por qué estás aquí? ¿Qué de tu forma de ser puede aportar algo al mundo que otros no pueden? Todos tenemos algo grande en nosotros, absolutamente todos. Si tú aún no lo has descubierto, no sabes el maravilloso camino que te espera. Quizá esta enfermedad te ha venido para redescubrir tus potencialidades. Quizá esta lectura ha llegado a ti porque realmente la vida te está invitando a afrontar este reto.

Eres grande, nunca lo olvides. A veces la enfermedad debido a sus baches puede hacerte sentir mal contigo misma. Pero es debido a que cuando estamos tristes nuestro foco mental hace zoom a todo lo negativo. Pero echa atrás el zoom. Mírate desde lejos. Intenta encontrarle un sentido a lo que has vivido, encontrarle la moraleja a esa sucesión de momentos. Conforme vas avanzando en la vida a veces sucede que de repente entiendes situaciones que cuando las viviste creías que no tenían sentido, todo empieza a encajar como piezas de un puzzle.

Y para este proceso ármate también de paciencia. A veces las incógnitas no se resuelven recién encontradas y lleva un tiempo desentrañarlas. Lo que es seguro es que llegará un momento en que acabarás entendiendo todo.

Mucho ánimo y si necesitas cualquier cosa, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

 

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